Contaba nuestra querida Sara en innumerables ocasiones que en sus años de infancia, en su querido pueblo natal, Campo de Criptana, en esos años difíciles de dureza indescriptible, rondando ya la guerra civil, le venia siempre a la mente aquella familia humilde en la que nació.
Su padre, gañán del campo trabajaba de sol a sol para llevar el poco jornal a la casa; y se llevaba por aquel entonces en este y otros pueblos recios de la Mancha, denominar a los dueños de las fincas para los que trabajaban los valientes hombres del lugar: “amos”. “voy anca el amo”, se solía decir.